Sabemos que toda la grasa que almacenamos en nuestro cuerpo no es igual ni tiene las mismas características. Dependiendo de su ubicación, podemos distinguir entre grasa visceral y grasa periférica, pero ¿cuál es más peligrosa?
La grasa corporal, se sitúe donde se sitúe, generalmente es indicador de una mala alimentación y de falta de ejercicio físico. Estos factores pueden hacernos más propensos a ciertas enfermedades, pero un tipo de grasa es más peligrosa que otra.
La grasa visceral es aquella que se encuentra en la zona del abdomen y rodea los órganos internos que allí se encuentran. Su situación hace que la barriga sea prominente, y es más común por razones genéticas en hombres que en mujeres.
La grasa periférica, por el contrario, se almacena en piernas, caderas, glúteos y brazos, y es más común en el género femenino.
La más peligrosa de las dos es la grasa visceral, ya que genera una serie de sustancias tóxicas que dan lugar al conocido como síndrome metabólico o de resistencia a la insulina, y que se encuentra relacionado con las enfermedades metabólicas (hipertensión, diabetes, etc.).
La obesidad central (la acumulación de grasa visceral) se toma actualmente como un factor determinante e independiente del IMC (índice de masa corporal) para medir el evaluar el riesgo de sufrir enfermedades metabólicas. El IMC no distingue entre tejido magro y tejido graso, por lo que no se puede utilizar como índice de riesgo cardiovascular.
Para saber si tenemos o no grasa visceral podemos utilizar diferentes métodos, que además son buenos índices de riesgo cardiovascular: la medida de la circunferencia de nuestra cintura, el índice cintura/cadera y el que se ha incorporado de forma más reciente, el índice cintura/altura (nuestra cintura debería tener el valor de la mitad de nuestra altura).
Podemos minimizar los riesgos de almacenar grasa visceral haciendo ejercicio regularmente y, sobre todo, cuidando nuestra alimentación: reducir el consumo de alcohol y de azúcar y controlar nuestro colesterol, además de llevar una dieta rica en calcio y fibra, son pequeños gestos que nos reportarán grandes beneficios.
Hay que tener claro que no nos encontramos solo ante una cuestión estética: la grasa visceral y la obesidad en sí son factores de riesgo para enfermedades mucho más serias. Por encima de todo es un problema de salud: la buena noticia es que está en nuestras manos solucionarlo. Nuestro estilo de vida evoluciona siempre hacia un mayor sedentarismo, por lo que es importante que el ejercicio y la alimentación saludable formen parte de nuestro día a día como un hábito. No es necesario que seamos atletas de élite o que llevemos una dieta estrictísima: simplemente con pequeños cambios podemos hacer grandes cosas.
Lo ideal es plantearse objetivos realistas, es decir, se considera razonable intentar perder de medio a un kilo a la semana, lo que equivaldría a un centímetro de cintura semanal, ya que cuando más se pierde lo que se reducen son otros elementos como agua, músculo o masa ósea.
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