jueves, 29 de diciembre de 2016

Cuando el deporte se convierte en obsesión



Hace ya tiempo que proliferan los gimnasios, los maratones, los corredores, ciclistas, patinadores… pero no todos entienden que la llave del “éxito” está en saber dosificar el ejercicio físico: machacarse en el gimnasio con ayuda de anabolizantes perjudica, entre otros órganos, al hígado, y correr una maratón con una edad avanzada destroza directamente los huesos.

Doctora en Medicina por la Universidad de Alicante, especialista en depresión, trastornos del Sueño e Hipnosis Clínica, Marisa Navarro ha referido a EFEsalud cómo los obsesos por el ejercicio físico van en aumento y cuáles son los principales riesgos de una mala práctica deportiva.

Cuando el deporte se vuelve un peligro más que un aliado nos podemos encontrar, por ejemplo, con una vigorexia: se trata de un trastorno asociado a la adicción al ejercicio físico y a su práctica de forma compulsiva, de manera que las personas que lo sufren, además de ser más propensos a sufrir lesiones, tienen una visión distorsionada de su cuerpo y suelen tener una baja autoestima.

El deporte tiene que estar acompañado de una alimentación equilibrada y saludable, y es que no se trata de perder calorías por un lado, para ponerlo como excusa e ingerir demasiadas grasas, azúcares o alimentos procesados por el otro, “porque las malas prácticas alimentarias acaban degenerando en alteraciones metabólicas y hormonales”.

La especialista advierte además del peligro que suponen los anabolizantes que consumen algunos jóvenes y adolescentes que se machacan en gimnasios poco controlados para lucir un torso como una “tableta de chocolate”. “He visto chicos jóvenes con el hígado tocado por estar tomando estas sustancias sin control ninguno que los padres ni lo sabían”, afirma.

Buscar más que el beneficio estético

Centrarse sólo en el beneficio estético, y acudir al gimnasio solamente con la intención de querer ser delgado, para usar una determinada talla o estar súper musculado, buscando un modelo corporal concreto y basado en una estética determinada es un error, que acaba haciendo que te compares con otros y te sientas mal.

“Hay que asumir que cada cuerpo es diferente, con una estructura ósea, unos músculos y un metabolismo determinado, no hacerlo puede llegar a generar un trastorno conocido como la dismorfofobia que lleva a obsesionarse por defectos que percibimos en nuestra imagen corporal, ya sean reales o imaginados”.

Realizar ejercicio por poco que sea es bueno para nuestra salud, y no hace falta ser un deportista de élite para notar sus beneficios, pero no realizar un deporte acorde con nuestras capacidades o fijarnos entrenamientos o metas muy altas, hace que tengamos más posibilidades de fracasar, lesionarnos o abandonar, no siendo capaces de generar este hábito tan saludable, lo que en consecuencia afecta a nuestro estado de ánimo y autoestima.

Cuando, de acuerdo la experta, no aceptamos que una lesión nos impide desarrollar el deporte que nos gusta o cuando las marcas, las metas o los entrenamientos ya no son o tienen la misma intensidad que antes, esto nos hace sufrir y lleva incluso a muchas personas a la depresión, como vemos en algunos atletas de élite, cuando finalizan su carrera deportiva.

Algunos consejos

Para que lo expuesto en el anterior punto no ocurra, la especialista aconseja cambiar el punto de vista, y ver el deporte como salud, no como competición, pensando que en cada momento, edad o circunstancia podremos realizar un tipo de ejercicio físico, que es el que mejor nos va a sentar.

Eso sí, el deporte practicado de manera racional, en la dosis y edades indicadas, ayuda a liberar esas pequeñas pero potentes cadenas proteicas llamadas endorfinas, que nos ayudan a relajarnos y a sentirnos felices.

También es un buen aliado contra la obesidad, la ansiedad y el estrés, ayuda para combatir enfermedades como la diabetes o los accidentes cerebro vasculares, y a frenar el envejecimiento de nuestro cerebro y de todo nuestro organismo.


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