viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Primero ejercicio, después dieta ?

El Instituto de Endocrinología, Metabolismo e Hipertensión de Tel Aviv, Israel, ha publicado un estudio que muestra que hacer primero ejercicio y después dieta es la solución para adelgazar de forma permanente, pero nunca al revés.

En el estudio se puso a hombres y mujeres de todos los rangos de edad a dieta durante un año, y se midió el porcentaje de grasa y músculo con DEXA (abosciometría con rayos X de doble energía, un sistema muy preciso). Los hombres perdieron en general mucha menos masa muscular que las mujeres. Solo las mujeres que ya hacían ejercicio antes de empezar la dieta consiguieron conservar su músculo.

El camino más rápido para convertirte en una ‘delgada gorda’, es decir, una persona que pesa poco, pero tiene muy poca masa muscular, es hacer dieta sin ejercicio. Según el estudio de Tel Aviv, es preciso empezar con el ejercicio antes de perder un gramo de peso.

El modelo de belleza impuesto por las pasarelas y la publicidad es de un bajo porcentaje de grasa corporal y muy poca masa muscular. Hay mujeres (pocas) que son así de forma natural. Para las demás, intentar conseguir el cuerpo de una modelo de pasarela con una dieta es una receta para el desastre.



El otro lado de la moneda

Pero existe evidencia que indica todo lo contrario: para reducir los kilos de más, la dieta parece ser el camino más expedito. Se trata de una noción que desafía toda lógica pero con el tiempo más expertos se han ido adhiriendo a ella. Uno de los más recientes fue Aaron E. Carroll, profesor de pediatría de la Universidad de Indiana, quien levantó todo un debate internacional con una columna de opinión sobre el tema en el diario The New York Times. “Es impresionante el énfasis que se le pone al ejercicio pero dejar de comer es mucho, mucho más importante para bajar de peso”, anotó el experto.

Aseem Malhotra, cardiólogo y consultor de la Academia Real de Facultades de Medicina del Reino Unido, coincide con él y cita varios estudios para apoyar esta idea. Uno, publicado en la Revista Británica de Medicina Deportiva, encontró que la actividad física de la población norteamericana aumentó entre 2001 y 2009, particularmente en ciertos condados de Kentucky, Georgia y Florida. Ese incremento, sin embargo, coincidió con un alza de los índices de obesidad en dichos lugares. Otro estudio, publicado en 2011 en New England Journal of Medicine, encontró que la gente que solo hace dieta pierde mucho más peso que cuando combina dieta y ejercicio.

También está el experimento de Tanzania, hecho con miembros de una tribu de cazadores y recolectores a quienes se les midieron durante 11 días sus signos vitales mientras recorrían el territorio en busca de comida. Al comparar su actividad física diaria, gasto de energía e índices metabólicos con el de una muestra de hombres y mujeres estadounidenses promedio, los autores observaron que a pesar del ejercicio los de la tribu de Tanzania quemaban las mismas calorías que los gringos, que son mucho más sedentarios. “La actividad física por sí sola no es lo que los mantiene delgados”, concluyeron los autores.



Más estudios

Timothy Church, de la Uni-versidad de Louisiana, realizó un estudio con cientos de mujeres con sobrepeso, a quienes se les asignó una rutina de ejercicio por seis meses, unas durante 72 minutos a la semana, otras por 136 y otras por 194. Contra todas las leyes de la justicia, al final del experimento no hubo mucha diferencia entre las que se mantuvieron físicamente activas y las que permanecieron sedentarias. Algunas incluso ganaron peso.

Varias razones explican estos resultados. La primera es que aunque la mayoría cree que el peso es como una cuenta de ahorro a la que se le pueden quitar calorías con ejercicio, a la hora de la verdad el gasto de calorías por esta vía es relativamente pequeño. Como explica el médico deportólogo Leonardo Velásquez, si un hombre de 90 kilos quiere perder medio kilo tendrá que gastar 3.500 calorías de alguna forma: con dieta debe hacer un régimen hipocalórico que le restrinja 500 calorías diarias con lo cual en cinco días logrará la meta, mientras que con ejercicio tendría que hacer una maratón y media. “No es que no funcione sino que se requiere demasiado para llegar al mismo objetivo”, dice el experto.



Manejo del peso

Susan Jebb, experta en nutrición de la Universidad de Oxford, asegura que: “Para quemar dos donas hay que hacer dos horas de bicicleta, mucho más ejercicio del que la gente cree”, dijo la experta al diario The Guardian. Paul Gately, otro experto en manejo de peso de Leeds Beckett University, dice que si cualquiera quiere bajar una libra de grasa requerirá correr una distancia de 116 kilómetros. “Pero si lo quiere hacer con dieta solo tiene que quitar una comida durante 7 días”.

Otra de las causas por las cuales falla el ejercicio, según el investigador Aaron Carroll, es que la actividad física aumenta el apetito y cuando el individuo quema calorías por esta vía el cuerpo le pide que las reponga. La otra razón es que la gente no sabe calcular las calorías que entran o salen. En un experimento publicado en The Journal of Sports Medicine and Physical Fitness, se les pidió a los participantes que hicieran ejercicio, calcularan las calorías quemadas y luego las volvieran a consumir con alimentos de un bufet. En promedio los participantes comieron entre dos y tres veces más lo que habían quemado.

Según Church, quienes hacen ejercicio tienden a compensar. “Sienten que merecen un premio por la buena labor hecha”, dice, y casi siempre se materializa en comida con altas calorías. Velásquez reconoce que este fenómeno se da entre los miembros de gimnasios que en los días laborales hacen la tarea, pero se premian el fin de semana. Lo que no saben es que “con un plato de papas fritas ya se daña todo el ejercicio de un día”.

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