viernes, 18 de diciembre de 2015

Reconoce la deshidratación antes de que sea tarde

Se desarrolla cuando el cuerpo pierde gran cantidad de líquidos, lo que perturba el equilibrio en sales minerales y electrolitos corporales. Detecta sus señales para no empeorar tu estado de salud.
INFORMACIÓN PERTINENTE PARA EL PACIENTE

MODERADA

La deshidratación corresponde a una falta de agua, sales minerales y electrolitos en el cuerpo. En caso de deshidratación moderada, se observa una leve pérdida de masa corporal (menos del 5 por ciento del peso total). La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los síntomas de la deshidratación moderada consisten en sensación de sed, comportamiento irritable, ojos hundidos y reducción de la elasticidad cutánea. Asimismo, se observan labios desecados, fatiga anormal y disminución de la fortaleza muscular. Es necesario compensar la pérdida de agua, ingiriendo más líquidos para evitar sufrir deshidratación grave.

GRAVE

Los casos de deshidratación grave se caracterizan por una disminución de la masa corporal superior al 5 por ciento del peso total de la persona, lo que compromete el funcionamiento óptimo de los órganos vitales (corazón, hígado, cerebro, entre otros). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sus manifestaciones consisten en palidez, tensión arterial baja, pérdida parcial del conocimiento y falta de diuresis. Asimismo, el paciente tiene las extremidades frías y húmedas, el pulso cardíaco acelerado y puede estar en estado de shock. También se observan modificaciones del comportamiento (agitación, debilidad importante, desorientación o vértigos, por ejemplo), reducción de la cantidad de orina, fiebre y cefaleas.

TRATAMIENTO

Cuando la deshidratación es moderada, se debe ingerir mayor cantidad de líquidos para tratarla. En cuanto a los pacientes que presentan un cuadro clínico grave, es necesario acudir a un hospital. En este lugar, el médico administra una solución isotónica de cloruro de sodio. Asimismo, realiza análisis para diagnosticar el factor causante de la deshidratación y poder contrarrestarlo. Toma en cuenta que puede ser indispensable hospitalizar al paciente durante unos días y así, limitar complicaciones serias (lesiones en los órganos vitales y fallecimiento) con la administración de un suero hidratante y medicamentos por vía intravenosa.

PREVENCIÓN

Para prevenir la deshidratación, es primordial beber líquidos en abundancia, particularmente en las condiciones que favorecen este cuadro clínico, es decir, cuando las temperaturas suben, al efectuar un ejercicio físico importante, entre otras. De hecho, los profesionales en salud aconsejan ingerir entre 2 a 3 litros de agua por día. Además, se recomienda limitar la ingesta de bebidas alcohólicas y cafeína, ya que aumentan el flujo urinario y esto favorece la deshidratación. En verano, es esencial brindar sal al organismo para evitar sufrir hiponatremia (desequilibrio electrolítico que es causado por un nivel bajo de sodio en la sangre).

POBLACIÓN DE RIESGO

El agua es el principal componente del cuerpo. El Instituto Europeo de Hidratación (EHI, por sus siglas en inglés) menciona que los recién nacidos presentan mayor riesgo de sufrir deshidratación, ya que tienen dificultades en expresar sus necesidades, por lo que no pueden avisar a su entorno cuando tienen sed. Asimismo, se observa una pérdida hídrica mayor en los niños, debido al elevado gasto de energía característico de la infancia. El EHI recomienda que los padres estén particularmente atentos a brindarles líquidos en abundancia.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) indica que los menores de 0 a 3 años deben ingerir 1.3 litros por día. Esta cantidad aumenta con la edad. De hecho, los niños de 4 a 8 años tienen que consumir 1.6 litros diarios y más de 2 litros cuando tienen entre 9 y 13 años.

Por otra parte, el EHI afirma que con la vejez, el organismo pierde su capacidad de detectar las señales de sed. Se estima que los ancianos son más susceptibles de deshidratarse (6 veces más que los adultos jóvenes). Por lo tanto, las personas mayores deben anticiparse a las necesidades de su cuerpo e hidratarse continuamente, bebiendo un vaso de agua cada hora como mínimo.

Finalmente, las mujeres embarazadas y en lactancia son también propicias a sufrir deshidratación. Por eso, tienen que consumir 2.3 litros de agua por día.

Factores que generan los distintos tipos de deshidratación

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Karen Villafañe Barrios

Médica Cirujana

Magíster en Toxicología

La deshidratación es un término que indica el proceso de pérdida de agua corporal y electrolitos (sodio). En condiciones normales, el cuerpo pierde entre 2 a 2.5 litros por día, debido a los procesos de respiración, formación de orina, defecación y sudoración. Se deben reponer estos líquidos para no sufrir deshidratación.

Distintos factores exacerban la pérdida de agua, entre los cuales encontramos las altas temperaturas, humedad y actividad física. Asimismo, las bebidas que contienen cafeína o alcohol son diuréticas y empeoran la deshidratación. Por otra parte, una variedad de condiciones médicas y fisiológicas como ser diarreas originadas por bacterias, virus o parásitos conllevan la evacuación significativa de líquidos. Además, las enfermedades como la diabetes aumentan el gasto urinario, afectando las funciones renales. En cuanto a la insolación y la fiebre secundaria a las infecciones, acrecientan la temperatura corporal, lo que induce la eliminación excesiva de agua mediante el sudor. Finalmente, las quemaduras ocasionan deshidratación, ya que se pierden líquidos a través de la evaporación de las lesiones.

La pérdida de agua acompañada de electrolitos lleva a tres tipos de deshidratación:

-Isotónica (pérdida balanceada de agua y sodio): es el tipo de deshidratación más frecuente y es ocasionada por la ingesta insuficiente de líquidos, vómitos, diarrea y toma de diuréticos, además de sudoración profusa, quemaduras o insolación.

-Hipertónica (evacuación mayor de agua que de sodio): la deshidratación hipertónica afecta particularmente a los niños que sufren una infección grave con fiebre mantenida y recaídas o una diabetes insípida (cuadro clínico en el cual los riñones son incapaces de conservar el agua).

-Hipotónica (pérdida mayor de sodio que de agua): se caracteriza por una hiponatremia (desequilibrio electrolítico con un nivel bajo de sodio en la sangre), la cual puede ocasionar un estado de shock y complicaciones neurológicas (edema cerebral). Esta condición es causada por desnutrición, pérdidas gastrointestinales (vómitos, diarreas), quemaduras extensas, peritonitis e insuficiencia suprarrenal.

El tratamiento depende de la gravedad de la deshidratación. Puede efectuarse a domicilio con la adopción de una dieta adecuada, abundantes líquidos y administración de suero. Si el cuadro clínico es más serio, es necesario contar con una vigilancia médica y el paciente tiene que recibir un suero cada 4 horas. En los casos más críticos, se debe hidratar a la persona afectada de forma parenteral (mediante vía intravenosa) y oral, por lo que se requiere una hospitalización. Las dosis de líquidos suministrados varían en función de la edad y estado del paciente.

Es recomendable consumir un promedio de 2.5 litros de agua por día, lo que corresponde aproximadamente a 10 vasos grandes. Asimismo, se debe ingerir 500 mililitros de líquidos 2 horas antes de iniciar la práctica de un deporte. Durante el ejercicio físico, es aconsejado beber entre 125 y 300 mililitros cada 15 minutos para mantener una hidratación adecuada.

No debes olvidar acudir al médico si te encuentras en estado de deshidratación, ya que mediante una auscultación precisa, el doctor puede evaluar la gravedad de tu condición y recetarte un tratamiento apropiado, lo que evita severas complicaciones.




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